Al principio, estar con mis hijos los fines de semana, pensé que iba a ser fácil, sólo sería cuestión de llevarlos al cine, al parque, comer pizza o visitar a la abuela. Incluso, confieso que muchas veces se los deje a ella o a mi hermana, para escaparme de mis deberes como padre, porque en un principio sentí que mis hijos me robaban el tiempo, mi espacio, mi vida de los fines de semana.
Esta actitud mía de: «mamá, hermana, ahí te los encargo», mientras yo sigo con mi vida recuperada de soltero, empezó a ser contraproducente, y a tener varias discusiones con mi ex, la razón: porque había sacado a mis hijos de sus rutinas de fin de semana, no hacía las actividades que hacían con mi ex, además, ellos ya tenían una agenda propia, esto es: empezaron a tener actividades que ya no incluía a los padres, como ir a jugar, al cine, comer, una fiesta con sus amigos o hacer una tarea con algún compañero de clase.
Mientras estuve casado, yo jugaba basquetbol todos los sábados temprano, y después me iba con mis compañeros de equipo a tomar unas cervezas, ya llegaba a casa después de medio día, que era justo cuando mis hijos y exesposa regresaban de sus actividades.
Entre clases sabatinas, partidos de futbol, fiestas de cumpleaños, primeras comuniones, consultas con los doctores y otras actividades, mis hijos regresaran lo suficientemente cansados para que se quedaran quietos el resto del día, y si mi ex y yo teníamos un compromiso social de pareja, mi mamá o mi ex suegra se quedaban con ellos. Los domingos, por lo general, la familia de mi ex iba a comer a la casa, mis hijos jugaban con sus primos, así que tampoco me ocupaba mucho de ellos, la verdad, tenía a mis hijos invisibilizados.
La previsibilidad ¿Qué es?
Los niños, especialmente en situaciones cambiantes como un divorcio o custodia compartida, necesitan sentir que existe un refugio seguro donde saben qué esperar y para ello hay que implementar la previsibilidad.
La previsibilidad. En el ámbito de la crianza y custodia compartida, se refiere a la capacidad de los padres para ofrecer entornos estables y predecibles, como horarios fijos para comidas o actividades, lo que reduce la ansiedad infantil al darles un sentido de control y seguridad emocional.
Establecer horarios claros para actividades como la hora de comer, estudiar y dormir es un punto de partida. Pero no se trata sólo de logística, sino de crear momentos que formen parte de un ritual. Puede ser la lectura antes de dormir, una película los sábados por la noche o un desayuno especial los domingos. Estos actos cotidianos generan un sentido de pertenencia y estabilidad.
Después de varias platicas con mi ex llegamos a varios acuerdos:
- Comunicar con anticipación las actividades y horarios para evitar sorpresas.
- Mantener constancia en las acciones, incluso cuando estén cansados o con ganas de hacer algo diferente.
- Escuchar a tus hijos y adaptar ligeramente las rutinas sin romper la estructura.
Priorizar la previsibilidad es regalarles a los hijos un oasis de calma en medio del caos, un espacio donde sepan que son prioridad y que su mundo tiene orden y amor intactos. En esos pequeños momentos de rutina establecida, se siembra la base para relaciones sólidas y niños emocionalmente resilientes, listos para enfrentar cualquier cambio con seguridad. Esto, más que una cuestión de calendario, es un acto de amor y compromiso diario.
Nos leemos el próximo domingo….
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