La Condusef y la Policía Cibernética se pusieron el traje de superhéroes para advertirnos sobre un fenómeno que está más de moda que los filtros de perrito: el catfishing, esa práctica donde alguien se inventa una vida digital tan falsa como las calorías de la ensalada.
Estela, 25 años, creyó haber encontrado al amor de su vida en 2022. Armando, el galán misterioso que decía ser de Monterrey —cuna de los memes del regio millonario— apareció en su vida con la dulzura de un algoritmo bien entrenado. Después de muchas pláticas, ciberabrazos y emojis de corazón, se hicieron novios. Hasta ahí, todo muy Netflix romántico.
Pero había un pequeño detallito: nunca se conocieron en persona, porque Armando “no podía viajar a la CDMX”. Ni bus, ni avión, ni turbocóptero. Nada. Y aunque sí podía pedirle prestados 5,000 pesos dos veces, curiosamente no podía trasladarse ni dos cuadras para un café.
Un día, puf, desapareció. Como Thanos chasqueando los dedos. Cuenta eliminada, novio evaporado, dinero volando. Final plot twist.
Las red flags que Estela ignoró
Ahora, con la sabiduría que solo dan los meses de terapia y amigos diciendo “te lo dije”, Estela admite que había señales:
- Nunca supo quién era el famoso amigo en común.
- Nunca quiso verla por video.
- Y, clásico de clásicos: se ponía extra romántico justo antes de pedir dinero.
Técnicamente: manipulación emocional. Prácticamente: modo cursi estafa ON.
Lo que vivió fue catfishing, una palabra elegante para decir «me enamoré de un holograma».
¿Cómo operan los catfishers? Guía rápida nivel: tiburón emocional
Según el Incibe, estos especialistas del engaño siguen un proceso casi digno de telenovela:
- Crean un perfil falso: fotos robadas, vida perfecta, perro bonito… todo muy Pinterest.
- Primer mensaje: un “hola, linda” que suena más genérico que las frases de horóscopo.
- Construyen la relación: escriben diario, cuentan historias conmovedoras y dan excusas olímpicas para no verse.
- Manipulación emocional: tragedias, enfermedades, viajes repentinos… ¡ya solo falta que digan que perdieron la memoria!
- Solicitud de dinero o favores: lo mismo piden para una “operación urgente” que para “invertir en criptos y hacernos ricos”.
También pueden pedir contenido subidito de tono para luego hacer sextorsión. Un combo más peligroso que mezclar mate y espresso.
Incluso la Policía Cibernética ha detectado que algunos te enamoran solo para meterte al mundo cripto. Spoiler: las ganancias son imaginarias, igual que ellos.
Consejos para no caer redondeadamente… ¡en la trampa!
La Condusef recomienda:
- No mandes dinero ni regalos a un amor digital que nunca has visto.
- No publiques tus datos financieros en redes (tu cuenta bancaria no es carta de presentación).
- Revisa que el perfil del susodicho tenga publicaciones antiguas. Si todo es reciente… huye.
- Escucha a tu mamá, tus amigos y hasta a la vecina chismosa. Por algo te dicen “eso huele raro”.
¿Se puede encontrar el amor en redes? ¡Claro! Hay historias felices. Pero también hay historias que terminan con tu cuenta vacía y tu autoestima haciendo buffering.
Así que sí, enamórate… pero con wi-fi y precaución. Porque en tiempos de redes sociales, el amor no solo puede romperte el corazón: también puede robarte la cartera.

