Dom. Sep 28th, 2025

De la independencia a la demencia ¿Estamos listos para cuidar a nuestros adultos mayores?

ByLorena González Boscó

28 de agosto de 2025
Mi madre se vino a vivir a Mérida a los cuatro años que falleció mi padre, no puso casa, ni departamento decidió vivir en una residencia para adultas mayores, donde podía tener su auto e ir y venir como ella quisiera, dado que no requería cuidados geriátricos.

Pasaron 7 años cuando mis hermanos y yo, nos empezamos a percatar, ya sea porque la veníamos a visitar o iba a la Ciudad de México para vernos, que estaba perdiendo la memoria y desubicaba fácilmente, al mismo tiempo que en la residencia donde se encuentra nos empezaron a comentar que iba muy seguido al banco, porque un sobrino le había pedido dinero y le iba a depositar, al averiguar, nos dimos cuenta de que mi madre empezó a ser víctima de extorción.

El último viaje lejos y largo que hizo, fue a un Zafarí a África, tenía 76 años, pero para ello tenía que hacer escala por una noche en CDMX, y una amiga de ella, que también vivía en la residencia y viajaba con ella, al llegar, me comentó que mi mamá no sabía dónde había dejado el dinero, las alarmas se siguieron prendiendo.

Al llegar a casa quiso abrir la maleta, pero se dio cuenta que había perdido la llave, y como ya era tarde le dije que no se preocupara que lo resolveríamos al día siguiente. En la mañana, mi madre me pidió que la llevara al Banco, porque no había sacado el dinero para el viaje, yo le dije que mejor en el aeropuerto porque era más seguro; al terminar el desayuno cortamos el aro del candado con una segueta y ¡sorpresa! ahí estaba el dinero entre la ropa. Se fue, regreso y ya no hubo reporte de otra incidencia con su memoria.

En 2021, cumplió 80 años, la festejamos hasta que nos cansamos en Mérida y en Ciudad de México, tres semanas después, sonó el teléfono, era de la residencia, le había dado un derrame cerebral. Siempre le dije a mi madre, que Mérida nos quedaba lejos y que si le pasaba algo, no podíamos llegar antes de 6 horas, y así pasó, me informaron a la una de la tarde y llegue hasta las 11 de la noche.

A partir de allí la demencia se escaló rápidamente, pensamos en regresarla a México, la neuróloga, no se negó, pero dijo que la altura no era lo mejor para ella. Cinco meses después me vine a vivir a Mérida para estar al pendiente.

Mi madre, que siempre había sido extremadamente independiente, empezó a tener cuidados 24/7, afortunadamente, para sus hijos, ella, desde aquel evento ha podido costear esos gastos, porque sin saber que esto iba a pasar estaba financieramente prevenida, dado que mis padres desde muy jóvenes pensaron en su vejez y en que no querían dar “molestias financieras a mis hijos” decía mi padre.

De no haber sido así, mis hermanos y yo habríamos tenido que enfrentar la manutención de mi madre con cerca de 60 mil pesos mensuales o 20 mil pesos por hijo, para que ella tenga los cuidados necesarios entre casa, alimentos, medicinas y proporcionarle la misma vida digna que hoy tiene ante sus problemas de movilidad causados por el derrame cerebral y su avanzada demencia senil.


La demencia: un trastorno neurocognitivo mayor es conocida en términos médicos como trastorno neurocognitivo mayor (TNC-M), es un deterioro progresivo e irreversible de dos o más funciones cognitivas, como la memoria, la atención, el lenguaje y el pensamiento.


De acuerdo con el INEGI, la condición de demencia senil que padece mi madre, la registran también 1.3 millones de adultos mayores, que puede que sí o puede que no tengan pensión para afrontar este desgaste mental, la cual en promedio es de 7 mil pesos mensuales.

Alzheimer México, la Institución de Asistencia Privada advierte que el sostenimiento mensual de un adulto mayor con este padecimiento es  en promedio de 15 mil 500 pesos, lo que significa que los familiares, cuando menos, si es que existe pensión del adulto mayor, el 50% de este gasto, en el mejor de los casos lo absorbe la familia.

A esta suma hay que agregar, si el adulto mayor vive en casa de uno de sus hijos o en su propio espacio, se debe agregar adecuaciones físicas y servicios de cuidado.

¿Estamos preparados para esto? ¿Lo hemos hablado con nuestra pareja o hijos? Lo expuesto aquí es un caso de lo que sucede en la vejez y con la familia del adulto mayor, lo que indica que no importa que tanta juventud se tenga, desde ya tenemos que irnos preparando para la vejez de nuestros padres y la nuestra. Reflexionemos sobre ello hoy que se visibiliza en México el Día del Adulto Mayor.

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