Por Marcela Pech Sangeado
Cada agosto, mi refrigerador se llena de imanes y mi billetera de recibos. Es la señal inequívoca de que la temporada escolar ha llegado. En mi casa, la lista de útiles siempre parece más larga que una carta a Santa Claus, pero después de varios años y dos hijos, he aprendido que el truco no está en gastar menos a lo loco, sino en comprar con estrategia.
Este año decidí compartir mis secretos, no porque me sobre el tiempo —ni el dinero—, sino porque sé lo abrumador que puede ser enfrentarse a esa lista interinable.
El inventario casero siempre olvidado
Antes de pisar cualquier tienda, reviso los cajones, la mochila del año pasado y hasta esa caja misteriosa que todos tenemos en el clóset. Ahí siempre aparecen lápices apenas usados, reglas intactas y colores que solo han visto un par de hojas
TIP: Involucra a tus hijos en esta “búsqueda del tesoro”. Ellos se emocionan y tú ahorras.
Comparar precios no es perder tiempo, es ganarlo
Sé que la tentación de comprar todo en una sola tienda es grande, pero no siempre es la mejor idea. Yo reviso los folletos de supermercados, papelerías y hasta plataformas en línea. A veces, una diferencia de $5 pesos por cuaderno se convierte en un ahorro de más de $100 al final.
TIP: Haz una lista en tu celular con precios por tienda. Así no compras de más por impulso.
Aprovechar las promociones y el “2×1”
Mi lema es: “si lo vas a necesitar, mejor cómpralo barato desde ahora”. Gomas, plumas y pegamentos se gastan todo el año. Cuando encuentro promociones, compro para todo el ciclo escolar y guardo en una caja etiqueta
Tip: Evita comprar artículos de moda o con personajes, suelen costar hasta el doble.
Comprar en mayoreo con otras mamás
En el grupo de WhatsApp de mamás de la escuela nos organizamos: una compra las hojas blancas, otra las carpetas y luego repartimos. El precio por unidad baja muchísimo.
Tip: Funciona mejor si todas se comprometen a pagar a tiempo y a no cambiar la lista a última hora.
No olvidar la calidad
Aprendí que lo más barato no siempre es lo más económico. Unas tijeras que se rompen al mes o un sacapuntas que no afila son dinero tirado. Prefiero invertir un poco más en ciertas cosas para no comprar dos veces.
Tip: Pregunta a los maestros cuáles son los productos que realmente necesitan buena calidad y cuáles no.
Al final, ser mamá ahorradora no significa ser tacaña, sino inteligente con cada peso. Porque la verdadera meta no es solo tachar la lista de útiles, sino llegar a septiembre con energía… y con algo de dinero para los inevitables gastos de último momento.
Y, quién sabe, quizás este año también me sobre para darme un gustito: un café tranquilo después de dejar a los niños en su primer día de clases.
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