Dom. Jul 6th, 2025

Adiós francés, bienvenido bolillo, pero aún así está caro…

ByRedacción

16 de mayo de 2025

Sin duda, el pan favorito en las mesas yucatecas es el francés, pero anda por cielos entre 7 y 9 pesos la pieza, si la dejamos en un promedio de ocho pesos, una familia de cuatro integrantes que lo consume diario una vez al día, gasta alrededor de 224 pesos a la semana, lo que equivale al salario mínimo de un día que anda en 278 pesos, esto sí sólo sí, sólo se consume una pieza al día, por lo que las familias ponen ahora en sus mesas bolillos, para aminorar el impacto de este gasto, pero tampoco anda económico este panecillo.

En enero de 2025, el bolillo costaba en promedio $1.70 en panaderías y expendios de colonia en la capital yucateca. Hoy, a mediados de mayo, su precio ronda ya los $2.50 por unidad. Este aumento de casi 47% en menos de seis meses ha encendido las alarmas entre familias de bajos ingresos, donde el pan salado no es un lujo, sino parte esencial de la dieta diaria.

El impacto no es menor. En muchas panaderías de colonias populares como Vergel, Chuburná o el Fraccionamiento del Parque, adquirir 10 bolillos ya representa un gasto de $25 o más, una suma significativa para quienes viven al día. El incremento golpea de forma directa el bolsillo de miles de meridanos.

“Nos sostenemos con el pan salado, pero ya no alcanza”

Panaderos de Mérida coinciden en que el bolillo y la telera representan hasta el 70% de sus ventas diarias. “El pan dulce tiene su época, pero el salado es lo que nos mantiene”, comenta don Rogelio, dueño de una panadería en la colonia Melitón Salazar. Sin embargo, los constantes aumentos en insumos como la harina, el gas LP, el azúcar y los aceites están poniendo en jaque a los pequeños negocios.

Según estimaciones de la Cámara Nacional de la Industria Panificadora (Canainpa), los costos de producción han subido entre 20% y 25% en lo que va del año. A esto se suman el alza en el salario mínimo, el encarecimiento del transporte y los altos costos de distribución en zonas periféricas de la ciudad.

“Tratamos de mantener el precio porque sabemos que el bolillo es básico para muchas familias, pero ya no podíamos seguir perdiendo”, señala Marisol, encargada de una panadería familiar en la colonia Alemán. “O subíamos el precio, o cerrábamos”.

Una tormenta de aumentos

El encarecimiento del bolillo no se debe a un solo factor. La harina de trigo continúa siendo costosa en el mercado internacional, influenciada por conflictos geopolíticos, fenómenos climáticos y problemas logísticos. Además, el precio del azúcar y del gas, clave en la cocción del pan, sigue al alza. Todo esto ha convertido al pan salado en un producto cada vez más difícil de sostener a precio accesible.

A diferencia de otros productos de la canasta básica como el huevo o la leche, que presentan altibajos, el bolillo no ha dado tregua. Su precio sigue subiendo y se ha convertido en un termómetro silencioso del costo de vida en la ciudad.

De básico a casi lujo

En muchas colonias de Mérida, el bolillo dejó de ser esa compra cotidiana que se hacía sin pensarlo. Ahora se evalúa en función del presupuesto diario. En hogares donde antes se compraban seis o siete piezas, hoy se llevan tres o cuatro. Y para muchos, sustituirlo no es una opción.

Panaderos y consumidores coinciden en algo: no se trata de abusos ni especulación. Es una cadena de aumentos que ya no se puede contener. Y aunque muchos negocios intentan conservar su rol social, sin apoyos o medidas estructurales, el bolillo podría convertirse pronto en un producto inaccesible para muchos.

Mientras la inflación general parece estabilizarse, el precio del pan sigue al alza. Y eso, en una ciudad donde el bolillo acompaña desde la torta de cochinita hasta el desayuno de los escolares, debería encender todas las alertas.

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