Vive Mérida, se siente muy feliz y llena de orgullo de haber formado parte de los patrocinadores de la puesta en escena Aquel día de junio, cuya trayectoria les llevó a tener tres funciones con llenos totales en la Ciudad de México en el reconocido espacio Contigo América (Institución Teatral Independiente A.C).
De la autoría de Daniela Esquivel e interpretada por ella misma, en compañía de la joven actriz Bárbara Palma, bajo la codirección de Domingo Ferrandis y Daniela Esquivel, esta obra teatral nos permite reflexionar sobre tres temas trascendentales: la pérdida de los seres amados durante la pandemia (específicamente la ausencia del padre), ensalzar la etapa de la adolescencia y reivindicar los movimientos feministas del país.
En palabras de Luna y Señas, compañía teatral que produce este montaje, con veinte años en la escena nacional, Aquel día de junio es: un homenaje a quienes han formado parte de nuestra vida, pero hoy ya no se encuentran a nuestro lado, a la resiliencia humana después de la pandemia y a la dignificación del ser adolescente. Es una puesta en escena que nos hace recordar la alegría de la vida, pero también nos revela que la madurez muchas veces se alcanza a partir de una pérdida emocional que nos obliga a crecer.
Este montaje autobiográfico busca recordarnos que las fiestas no suelen ser eternas y los altibajos de la vida nos lo recuerdan a cada momento.
Y en palabras de sus directores de escena: Es la memoria de dos generaciones que gracias a un agridulce encuentro pueden iniciar el camino de un duelo acompañado.
Para Luna y Señas, así como para Vive Mérida, es muy importante darle voz a nuestra ciudadanía, es por ello por lo que con mucho agrado compartimos de manera íntegra las palabras de uno de los espectadores que tuvo la oportunidad de vivir esta historia desde su butaca; recordando que el teatro lo hacemos todas y todos.
Por último, agradecemos enormemente a todas las espectadoras y espectadores que con tanto entusiasmo formaron parte del público, haciendo posible esta breve gira desde Mérida a CDMX.
Ciudad de México, a 31 de enero 2024.
Siempre es un placer ver en escena el resultado de la suma de tanto compromiso, esfuerzo, amor, entrega y respeto por el teatro. Pero pocas veces el resultado es tan inesperado como lo fue en Aquel día de junio.
Aquel día de junio, se siente muy cercana a nosotros, sus espectadores, y desde ese poderoso vínculo que logra crear incluso antes de que la obra inicie, nos transporta de vuelta de forma vívida al recuerdo cercano de la pandemia, de la incertidumbre de una nueva enfermedad y de aquella cuarentena que inicialmente parecía una cosa de solo unos días, pero que poco a poco se convirtió en algo que se percibía interminable.
Todo aquello que individualmente vivíamos en aquellos tiempos y que cambió nuestras vidas, se vuelve un déjà vu colectivo que compartimos con cada persona en la audiencia, al traer de vuelta esa sensación de que la vida se interrumpe de manera abrupta en medio de una burbuja que el tiempo arrastra.
Eso es quizás lo que vuelve a esta experiencia teatral algo tan íntimo y poderoso, la sensación de que es nuestra propia vida la que vemos en escena, sólo para descubrir conforme la historia se acerca a su fin, que no lo es, pero bien podría serlo, pues nuestra vida también cambió bruscamente y ahí está el gran logro de Aquel día de junio. Y es que en ella, no solo conseguimos empatizar con sus personajes, sino que sentimos como muy pocas veces ocurre en el teatro, que en realidad han sido ellas quienes han empatizado con nosotros, sus espectadores, al compartirnos su sentir, que también es el nuestro.
Por ello, agradezco, como siempre, a Luna y señas teatro, por crear más allá del mero espectáculo, por brindarnos humanidad con la cual nos podamos identificar en la escena y Por supuesto, por continuar haciendo arte hacia un mundo posible.
Jorge Carlos Sánchez.
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